domingo, 10 de junio de 2012

UNA PARTE DE ÉL

Ya está, todo ha pasado; no hay cabida para las preocupaciones, siempre quedan atrás. En tus oídos permanece el eco de los últimos sonidos que poco a poco se van haciendo más tenues, hasta que dejas de escucharlos. Sientes un extraño frío que no tarda en desaparecer y finalmente acabas por no sentir nada. Vacío, silencio, paz. ¿Qué pasa?. Estas flotando como una pluma al viento. Miras hacia abajo y te ves tendido en una cama, parece una extraña fantasía, un sueño del que quieres despertar. Observas como en menos de dos minutos tu cuerpo se descompone del todo, hasta que una brisa se lleva tus cenizas. Quieres despertar de esta pesadilla, pero algo te invita a continuar, sin miedo.

Ahora la tierra va quedando atrás. Te das cuenta de que tienes una luz que atraviesa tu piel, sale de dentro de ti, estas brillando, pareces una estrella. ¡Qué bonito!. Ya no quieres despertar porque te encuentras muy a gusto, relajado, en paz, libre; es entonces cuando te gustaría que siempre fueran así las cosas. Todo el cosmos gira a tu alrededor para darte la bienvenida. Bienvenida, ¿a dónde?. ¡Una explicación!. ¿Qué pasa?.

De repente todo comienza a pasar muy deprisa, parece que viajas a la velocidad de la luz. El universo entero es una masa refulgente  apenas surcada por unas líneas de oscuridad, de misteriosa noche. Ves una pequeña mancha oscura al final de túnel en el que parece te hayas adentrado sin darte cuenta, salvo que es un pasadizo de luz y en la salida, en lugar de ver el día, queda la noche.

Sucede una gran explosión que surge de tus entrañas, pero no te hace daño alguno, al contrario, parece que te inunda de vida, sed de conocer más, expande tu mente más allá de los límites del universo; has crecido hasta alcanzar los confines del infinito. Una gran felicidad te embarga, hasta que de pronto, parece que todo haya pasado; se ha hecho el vacío; no hay movimiento, ni sensaciones...

Estas volando. Sientes cómo el viento azota tu plumaje y te das cuenta de que eres un pájaro que se desliza por el cielo con gran suavidad. Hacia la derecha, ahora a la izquierda; un leve movimiento de cola y ya está. Ves la ciudad allá bajo y optas por acercarte a un bello jardín. Oyes el canto de otros pájaros, una moto, la algazara de unos niños jugando en el parque; captas unas palabras sueltas que trae el viento tal vez. Pero alguien te esta hablando y cierras los ojos para concentrar más tu atención sobre aquellas palabras, que resuenan como en una habitación vacía; sabes que van dirigidas hacia ti. Poco a poco entiendes alguna frase y te parece algo familiar. La voz va subiendo de volumen hasta que notas como sale de tu interior, eres tú el que hablas. ¡Qué raro!, también te estas escuchando, pero ahora no puedes ver nada. No puedes abrir estos ojos, ni tienes conciencia de tu propio cuerpo. Es todo tan diferente, que al principio cuesta acostumbrarse.

Alguien llora y sus llantos salen de la gran oscuridad en que se han sumido tus ojos. Ahora al menos ves un fondo negro, empiezas a ver. Hay mucha luz, tanta que te ciega, pero se va ajustando, como un televisor en el que se sintoniza una señal. Al fin has dado con ella. Hierba verde, flores en el suelo, zapatos negros, gente. ¿Qué lugar es este?. ¿Un cementerio?.

Una lápida. Un nombre que te resulta familiar, aunque lejano.

La abrazas porque llora, necesita tu consuelo, aunque no sabes quién es, pero se encuentra junto a ti, cogida de tu mano. Todos lloran y tu, en cambio, no; te encuentras muy bien. ¿Por qué lo hacen?. No te interesa.

¡Qué alivio!. Por fin te han sacado a pasear, con las ganas que tenías. Estabas en el límite, ya no podías más. Ese árbol te va a venir de perlas; le vas a decir quién eres. Te aprieta el collar, pero, aún así, tiras y tiras hasta que... ¡Uf!. Costaba aguantar. Como huele por aquí. ¿Qué es?. ¡Aaaag!. ¡Qué asco!. ¿Qué hago oliendo esto?. Mejor me voy.

Ahora percibes la calidez del sol sobre tus pétalos y sientes el cosquilleo de una hormiga que camina por una de tus hojas; eres una rosa, pero te van a cortar, tampoco te importa.

Que palabras tan bonitas. Esto es mejor. Ahí esta ella, sentada delante de ti diciéndote cuanto te quiere. ¡No!, ¡no!, eres tú el que dice cuanto la quieres. La rosa cambia de manos. ¡No es posible!, pero si lees el pensamiento; te ruboriza, parece que estés desnudo. Es una pareja diciéndose cuánto se quiere. Eres tu y ella a la vez.

¡Estoy vivo!. Más que nunca te sientes lleno de vida, integrado en el mundo, eres una parte de él; viento, lluvia; un gato, un pez. Ahora ya puedes elegir.

Una nube de humo llena tus pulmones y oyes un gran ruido, parece una explosión. Hay un botón rojo bajo tu mano. ¿Qué pasará si lo pulsas?. Unos pocos van a decidir el destino de todos.

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